21 enero 2015

La casa del gnomo



Jose Antonio Labordeta decía en aquella canción que éramos como aquellos viejos árboles, batidos por el viento que azotaba desde el mar....que habíamos perdido paisajes y esperanzas en largo caminar....¡ Y que razón tenía !  ¿Cuántos paisajes y esperanzas seguiremos perdiendo en nuestro caminar...? Aunque lo que Labordeta nunca hubiera imaginado es que aquellos sexagenarios árboles nunca fueron batidos por el cierzo sino más bien, por la mano omnipresente del hombre depredador que todavía cree que matando al perro terminará con la rabia. En cuaquier caso, el mayor de mis pesares no es si Jose Antonio Labordeta se equivocó o no con la letra de su emblemática canción, en absoluto. Lo verdaderamente triste está en lo que no se puede contar...en la brisa que calmaba la calor de los meses de verano, en ese olor tan característico que aquellos viejos robles desprendían y que al mismo tiempo penetraba en nuestros abiertos pulmones durante el esfuerzo incansable que le dedicábamos y seguimos dedicando a nuestras viejas bicicletas, camino de arca . Y en las pequeñas historias y leyendas que se perderán, y que ya no podremos seguir recordando durante los interminables paseos nocturnos, donde era ineludible la obligada parada discrecional  en la casa del gnomo....¡Es verdad! ¿Cómo podían saber todas esas personas, que por acción u omisión iban a acabar definitivamente  con "la casita"?...Esa auténtica propiedad privada de la inocente imaginación de un ser que seguro, no sabe de medidas administrativas, ni de tajantes soluciones por el bien común, ni de si esa u otra, eran la mejor manera de dar una respuesta inmediata a una demanda altamente respetable.
Así es, mi sobrina, con sus escasos e inocentes añitos, se paraba todos los días frente al viejo roble donde moraba su querido gnomo...le dedicaba unas palabras..un saludo, un presente..alguna chuchería y seguía bicicleta arriba, bicicleta abajo. Aquel tronco contenía un nudo en forma de pequeña puerta...para un ser tan dulce...difícil pensar en otra cosa que no fuera la casita de su gnomo, ¿verdad?...
Triste episodio final dónde, con la mas absoluta de las  ignorancias, esos técnicos han talado, no solo unos árboles legendarios en dudosa formación amenazante sino,  tantos recuerdos, tantos alivios a la calor, perfúmenes naturales, escondites, paisajes y caminos.....Y por supuesto, lo que nunca se hubieran imaginado es haber conseguido el primer desahucio a un ser tan emblemático y mitológico como el queridísimo gnomo de mi sobrina preferida.
Sonrisas aparte!



1 comentario:

Anónimo dijo...

sin duda, una verdadera pena, ya sabemos que en alas del progreso se han cometido y seguirán cometiéndose verdaderas cacicadas.IGA

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