27 febrero 2012

Un futuro para el Valle

Me levanté con las ganas de tener un buen día, donde la incertidumbre no me invada y las cosas salgan mas o menos bien . Me senté en mi butaca preferida , abrí el periódico y empezé a leer. Entre tanta mala noticia leo una que habla de lo nuestro. Como siempre Nacho Cavia se hacía eco de ella y nos contaba la "nueva idea " que Dámaso Tezanos nos prepara. El está convencido de que la salida al negro futuro del valle de Iguña pasa por habilitar un polígono industrial entre Arenas de Iguña y Molledo. Entonces decidí pasar al periódico digital en el que la salsa también se calienta, apta para la ingesta. Y Ordum nos deleita con una serie de incertidumbres que ponen en entredicho la decisión tomada por nuestro querido alcalde. Evidentemente nos habla de dudosas actuaciones de futuro, puesto que dicha empresa, no prevee un desarrollo industrial estable que enraice en las generaciones venideras. Y más parece una decisión puramente política que una apuesta por el desarrollo sostenible de una comunidad fundamentalmente ganadera y de servicios. La coyuntura actual no permite planes tan ambiciones para una comunidad en vías de extinción y dudo mucho que nuestro actual gobierno repleto de recortes vaya a permitir el relanzamiento de una zona sin apenas antecedentes industriales (excepto Hilaturas y poco más).
Albergar futuras naves fantasma que deterioren todavía mas, nuestras verdaderas posibilidades de crecimiento, no es muy interesante y no es nuevo.
Nuestro futuro, en mi humilde opinión, creo que debe pasar por exprimir nuestras posibilidades en el camino del desarrollo cooperativista creando nuevas áreas de explotación dentro de la industria ganadera, medioambiental y de servicios que bien orientados y ayudados pueden dar abrigo a un turismo que se nos está escapando a manos llenas. Posiblemente ninguno de nosotros tengamos la solución para resolver esto con tanta rapidez, pero lo que sí creo que no se debe hacer es... estrangular un mundo para explotar otro que nunca existió.

05 febrero 2012

La jumaza

Hoy me acerqué al candelario. Hace frío y no está el tiempo para pasear. La nieve cubre los praos y la lectura es mi mejor compañera. Me siento en mi butaca preferida. Calentita, reclinatoria, cerca del lar pero lejos de la llama. Todo lo que cae en mis manos es digno de ser leído, después... ya me encargaré de calificarlo. Esta vez toca el calendario, y sí... no me equivoqué al principio cuando dije el candelario. Es verdad, se trata del calendario del candelario, una publicación que muchos conocen aquí en Cantabria. Esta vez trata un tema de antiguas costumbres en esta tierra, la jumaza. He buscado en internet y no aparece nada. Lo mas cercano hace referencia a la humaza, otra tradición en torno a la matanza en las que se buscaba la protección de las heladas, para ejecutarla. Entonces se acostumbraba a hacer una broma a los vecinos que la celebraban. Esa noche, ya oscurecida, los mozos preparaban la humaza.
Una especie de bomba fétida a base de cualquier elemento que al arder exhalase el peor olor posible hecho a base de pelos, grasa, goma, azufre, cuero, resina, etc. Luego se depositaban los ingredientes en una lata o en un bote viejos y se les prendía fuego. Calculando que estuviera el “regalito” en su punto álgido para la hora de cenar. Cena que se celebraba entorno a ese fuego.
Pero nuestra jumaza era bien distinta a la que encontré en internet. La nuestra era una antigua costumbre que consistía en reunir a dos familias con el objetivo de apalabrar un enlace matrimonial y convenir las dotes que habrían de darse a cada uno de los novios. La noche anterior a las proclamas en la iglesia, las familias se reunían en casa de la novia y compartían un guiso. Hasta el final de la cena no se hablaba del tema. Los padres repartían las dotes y negociaban el futuro de sus hijos. Por último los contrayentes solían pedir ropas, utensilios de ajuar y animales y una vez todo aclarado, se firmaba un papel en el que se especificaban los acuerdos con el objetivo de no volverse nadie atrás. Con esta firma se daba por concluida la jumaza
Acabado este corto relato, cerré el libro que toca acompañarme y me fui a dormir. La noche esta tranquila no llueve ni hiela. La luna esta llena y el cárabo emite su típico canto «¡¡uuh!!» seguido después de un corto intervalo de 3 segundos, con un ¡¡úuhúuh-úuh!!» Ahora es su turno.

Fiestas de Molledo 2022