Hoy he sabido de tí, amigo, vecino. Te has ido y no te has despedido. Contigo ya son muchos los que dejan mi vida huérfana. Aunque en tu caso mi cercanía era mayor. Verte siempre en el azul del banco era mantener unida mi cadena a un tiempo mejor. Tiempo de tudancas, de vacas, de cuadras, pajares, botijos, pañuelos-sombrero, cultura de campo, patatas, tomates y huertas de sol a sol. Recuerdo las tudancas que a veces se arremolinaban a la entrada de tu cuadra, necesitaban de unos cuantos para uncirlas con la cebía que un día tu hermano me enseñó. Picabas como nadie el dalle... a la sombra de aquel rincón... oír aquel martillo desde casa,... ¡fué y se me quedó!. Tu cuadra, santuario de vigas adornadas con las fotos de la feria de ganado, “La Mayor”. Premios con los que llenabas esa madera cubierta de salpicado de boñiga que con aquella bombilla amarilla de 125 también estampada, respiraba lo que para mí siempre fue un mundo mejor. A ve...ces ché, en el rincón donde esperabas, las horas del final venir... nadie lo puede evitar, hablaba yo contigo porque tú, no me podías oír. La sordera te tenía tan aislado que solo Colo lo podía decir, lo sabía.... y te sabía traducir.
Triste es esta mañana que el sol no consigue calentar. Hasta luego buen amigo! de una larga generación, siempre amables con los míos, generosos... !Adiós¡
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