17 marzo 2010

EL camino

Según Ramón Avelló,lo cuenta Julián Marías en su libro 'Una vida presente'. Cuando a Miguel Delibes le propusieron la dirección del diario 'El País', el escritor rechazó la oferta por dos razones territoriales: la primera, que no podía seguir viviendo en Valladolid; la segunda, que se alejaba de Sedano, pueblo del norte de Burgos en donde nació su mujer, y en el que la gente llega a vieja pescando truchas y cangrejos y comiendo manzanas y miel.
Valladolid y Sedano conforman buena parte del paisaje y paisanaje de Miguel Delibes. Pero no son los únicos escenarios entre los que se mueven los personajes ideados por él. Entre otros, Ávila, en donde trascurre 'La sombra del ciprés es alargada'; Extremadura, en donde sitúa 'Los santos inocentes'; la fría Francia y la brumosa Cantabria son lugares en los que el novelista recrea sus ficciones. De todos ellos, quizás la vibración más íntima de Delibes con la naturaleza se encuentre en 'El camino', una de sus primeras novelas ambientada en Molledo, pueblo cántabro del valle de Iguña.
Muchos caminos se entrecruzan en 'El camino' de Delibes. El más antiguo, el de la calzada romana, como escribió Víctor de la Serna, la ruta de los 'foramontanos'. Camino que desde la costa buscaba la meseta y que se fue sembrando con nombres -Pesquera, Pie de Concha, Molledo, Arenas...- de inequívocas consonancias marinas. Otro camino, el del ferrocarril Santander-Palencia. «Es tanta la virulencia / que lleva el ferrocarril / que se pone en una hora / de Molledo a Portolín», ironizan los 'iguñenses' en un canto popular que cuestiona -Portolín es un barrio de Molledo- la velocidad del tren. Federico Delibes, ingeniero francés y abuelo del escritor, trabajó a finales del siglo XIX tendiendo las vías del tren. Le gustó la zona, se casó con una mujer del valle de Iguña y se estableció en España. Durante la infancia y juventud del escritor, la familia Delibes veraneaba en Molledo. «Molledo ha sido, desde mi niñez -escribió Miguel- pueblo de culto y refugio seguro». María del Rosario Díez del Corral Zarandona cuenta en su libro 'Recuerdos; los años felices' los veraneos, en los años cuarenta, de una pandilla de jóvenes y adolescentes entre los que se encontraba Miguel y la que luego sería su mujer, Ángeles de Castro.
La historia de 'El camino' es muy sencilla. Se desarrolla en la última noche que pasa Daniel 'el Mochuelo', un niño de 11 años, en Molledo, que se bifurcan en la vida del protagonista de la novela de Delibes. Al día siguiente, partirá a la ciudad para iniciar el Bachillerato. Daniel no se puede dormir, y recuerda durante esa noche el mundo en el que vivió y que a la mañana siguiente va a dejar. Como un ruido de fondo, Daniel 'el Mochuelo' escucha al principio de la noche la conversación entre su padre, que quiere que su hijo estudie en la ciudad «para que sea algo en la vida»,y su madre, que desea que el niño permanezca en el pueblo. Daniel evoca a lo largo de la noche sus juegos y travesuras, sus amigos, en definitiva la vida y las personas de su pueblo vistas desde la perspectiva de sus 11 años.
Al amanecer, desde el ventanuco de su cuarto, Daniel se despide de una niña pecosa, 'la Uca-uca'. Dias antes, la niña había comentado a Daniel que su madrastra, 'la Guindilla', le quería mejorar el cutis quitándole las pecas. Daniel se despide de la niña con esta frase: «Uca-uca... No dejes que 'la Guindilla' te quite las pecas, ¿me oyes? ¡No quiero que te las quite!».
Tal vez en las pecas de 'Uca-uca' se condensan parte del sentido de la obra de Delibes. Que no se quite las pecas, que las cosas, el valle, el pueblo, las personas, perduren como el escritor las recordaba desde ese puerto seguro de su niñez.

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