16 marzo 2007

Hoy empezamos


La diferencia entre esperar y prosperar. La estación de tren de Molledo siempre ejerció en mí un poder de atracción, entre lo nostálgico y la esperanza.
Recuerdo aquellas historias de mi abuelo Pepe cuando una noche de invierno llegaba a Molledo en aquel tren de cárbon y dirigiéndose a Arca fué perseguido por un lobo al que mantuvo a raya con un simple mechero de "mecha" hasta llegar a su casa. El lobo se pasó toda la noche rasgando la puerta con sus garras extendidas y sus fauces babeantes.
Después pasaron los años y fuí yo quien uso ese tren al que mis padres llamaban el chispas (por aquello de los chispazos que se generaban en el tendido eléctrico, supongo yo). Cuantas veces lo usamos mis amigos y yo para ir a las romerías y verbenas de los pueblos vecinos. Arenas de Iguña, Bárcena de pie de Concha, Las Fraguas, Reinosa, Los Corrales, Ah! que tiempos aquellos tan inolvidables. Llegamos a ser el grupo de amigos más grande que jamás se formo en Molledo, según algunos abuelos. Recuerdo a Paloma, Ramonin, Piluchi, Oscar, Miguelin, El Belga, Nando, Juanillo, Marisa, Alcaraz, Encarna, El Tato, Ana bella, Javi, Laguillo, Filipino y su hermano Javi, Manel y tantos otros que ahora no recuerdo los nombres. ¡Que corros formábamos en aquellas fiestas!; ¡ Qué maratonianos aquellos partidos de fútbol y baloncesto en la pista de las escuelas! y esas otras marchas que hacíamos subiendo al moral: recuerdo que la primera vez que subimos monte arriba en dirección a la Ermita del Moral la iniciamos a las 4 horas de la madrugada siguiendo a un guía (Nardito) que, sin estar muy seguro de por donde íbamos, nos llevó hasta el alto de la Rasía y después a Obios y a buen destino, con linternas y entre garabitas, zarzas y alguna vuelta pa´ca y pa´lla.
Disfrutabamos a tope de manera muy sana.
Después llegaron otras cosas distintas pero creo que no tan idealizadas como aquellas que ocurrieron en un momento de esperanza y por un momento mejor. Luego todo aquello se diluyó para no volver a reproducirse jamás, que bonito y que triste.
La estación de Molledo nos trajo y más tarde nos llevó para siempre.
Jorge

2 comentarios:

jorge.andeco@gmail.com dijo...

¿De dónde soy?
Dice un refrán que se és de donde paces y no de donde naces. Pues bién a veces esto es muy difícil de llevar a la práctica. Y no porque uno no lo sienta, sino mas bien porque a ese uno no le dejan sentirse.
Primero cuando era pequeño siempre nos decían: ¿qué vienen los veraneantes! con clara exclusión al lugar y elevado acento de extraño y a veces extranjero.
A continuación, pasado mucho tiempo y después de certificar años de inquebrantable fidelidad a mi pueblo. He oído en alguna ocasión no poder estar, o compartir algún evento por no ser de este pueblo.
Y por fín , cuando por circunstancias de la vida que te alejan de la asiduidad al lugar es cuando te dicen aquello de: ¡...qué pasa ya no vienes nada por aquí; nos has abandonado, etc!
En fín no lo entiendes muybién. Forjas y dejas amistades, amores correrías y trabajo codo a codo, pero nadie te deja definirte claramente.
Soy, voy y me siento, esteé donde estè. Vuelva o no a mi pueblo.
Eggunnaes

Anónimo dijo...

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