El día salió bueno, pero el gentío no fue el de otros años. Aunque para los vijaneros no es eso lo más importante, al menos eso creo yo.
¡Qué la fiesta siga viva!... aunque no aparezca ni el alcalde, o que deje de ser algo concurrido porque el día de reyes nos lo quitó, no es suficiente para un vijanero que nace zarramaco y muere con el Oso después de parir otro año de nuestro Señor.
Creo que no, que la vijanera se levanta igual que ese bello domingo amaneció. Ya desde las diez de la mañana se oían desde Molledo los campanos saltar.
La escena que más me impresionó… cuando unos zarramacos que bajaban por Santa Marina se unieron al resto de la comitiva por detrás de la iglesia junto a la plaza, el efecto fue explosivo, y ya ven con que poco me conformo yo.
Había un montón de gente haciendo fotos, el premio a la mejor foto atrae mucho y con tanto disfraz la foto puede ser genial.
Después, detrás del museo de la vijanera volvieron a pasar… los trajes de hojas de laurel o de helechos, ¡una pasá!
Más tarde en la raya, los de Santián les recibían defendiendo sus límites, uf! este año habrá paz…y la vijanera se volverá para atrás.
Silió se salió, con casi 35 kilos de ensordecedores campanos, de los de mejor calidad, peso al cuerpo más daños y moratones… la fiesta volvió a brillar.
Todos le debemos a la vijanera algo y con esto poco, el año que viene,…necesitará más!
Periódicos de Cantabria
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