17 diciembre 2009

Como humo de chimenea

Todo, absolutamente todo, se impregna de humo cuando el frío invierno echa sus sábanas blancas sobre las montañas.
Las personas desaparecen, el aire ocupa su espacio. Salgo a pasear y solo me tropiezo con el humo denso y oscuro.

La fragancia de la leña quemada intoxica mi camino. Se enfrían los pasos y se calientan las casas. Por Pujayo nubes de nieve… mal agüero. Sobre la “Peña” humo negro. No se puede ver. Espero y deseo que´l cierzu lo despeje. Los robles se desnudan y se ven con claridad todas sus ramas cruzadas. Algunos no lo quieren ver pero sí, sí… detrás de las hojas, al final, siempre hay ramas. Ahora todo parece más triste, las calles y las camberas se abrazan a los bardales y los robles arrugan sus troncos, las heladas congelan su savia.
Sólo el humo de las chimeneas, sabrá calentar sus cortezas.
Y a mi vuelta... sé que estareis ahí.

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