Adiós a la llave de nuestras campanas y sereno del alba, de nuestros caminos y veredas,
de madrugadas del valle, de largos senderos y muchas huellas.
Adiós al padre de las gafas negras y luz tenue, al hombre del traje azul, corto y retrabajado.
Adiós al no sé que precios valían hoy esto y aquello y a las soluciones de todos y no te preocupes de muchos...
Adiós también al ausente permanente de tascas y tabernas, aunque allí mismo lo tenías : anís, hierros y aguardiente.
Adiós al paciente impaciente, al nervioso tranquilo, al elegante estilo de vida pública que en vida anacrónica fue digno de admiración.
Adiós a la institución, que como soldado en su garita no necesitaba vocear para saber que allí estaba.
Y adiós al trabajador incansable que con la obra de su vida fué el alma de su coetánea carretera general, la de García-Lomas, la tuya.
Bien podías no conocer Molledo, pero... ¿quién no te conocía a tí?
D.E.P.
5 comentarios:
oye que buena definicion de layo, a ver si a alguien se le ocurre hacerle un homenaje, porque se lo merecia
por cierto el cambio de imagen del fondo me gusta mucho, ya veo que estas metiendo horas como loco.
Gran definición y gran persona. Se hace raro bajar a las siete de la mañana por la varga y no verle. Gran pérdida para el Valle.
Saludos desde la otra parte del valle.
yo tambien nací en Molledo, y tambien me acuerdo de Layo y su "ferreteria", aL menos a mi es lo que me parecía cuando era pequeña. Ahora solo paso cerca de Molledo por la autovía, pero mi corazon siempre está con la Virgen del Camino.Ana.
La verdad es que la vez que entro ala ferreteria todavia pienso que va a salir layo a servirme ,y preguntarme que va a ser chaval.Despues de este tiempo de ausencia todavia se le recuerda y se le recordara, todas aquellas personas que seguimos pasando por la carretera general.
sarce
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