01 junio 2016

Gracia y clausura




Después de más de 20 años de investigación, la madre María Luisa Castillo, nos desvela uno de los últimos secretos sobre el descubrimiento de América, que aún hoy, nos sigue sorprendiendo. Y traigo esta noticia aquí, no porque mi delirio de aficionado por la historia me haya hecho perder la cabeza y ahora me dedique a contar todo lo que se me ocurra sobre la misma…claro que no. La madre Maria Luisa conecta este estudio con éste blog debido a que sus orígenes entroncan con este valle de Iguña a través de la  familia Castillo muy arraigada a esta parte de Cantabria.  Es por ello que he recogido unos comentarios a su gran trabajo y lo presento en este formato,  como reconocimiento a una eminencia más,  nacida en estas montañas.
La primera imagen no mariana que pisó el nuevo continente junto a Cristóbal Colón viajaba a bordo de La Niña y fue una imagen de Santa Clara que custodian desde hace siglos las monjas de clausura del monasterio de Santa Clara en Palencia. Fue el mismísimo Colón quien eligió esta pequeña talla de la Santa para protegerse  durante una misión que le llevaría a descubrir nuevas tierras y a cambiar el rumbo de nuestra historia. 

Y fue la casualidad y la curiosidad de la madre María Luisa la que ha servido para atar cabos y poner a Santa Clara en el centro de un relato que hasta ahora no se conocía.

Al inicio de unas obras de restauración de la talla de Santa Clara y desprenderla de su hábito se encontró que la talla estaba hueca y tenía hierros, era una imagen galeona, o sea, hecha para navegar.  A partir de aquí todo fueron preguntas , trabajo  e investigación. Pero…¿por qué Cristóbal Colon encomendó a dicha Santa una empresa tan arriesgada? Parece  ser que la elección  no fue casual,  la gran devoción que el famoso navegante procesaba a la orden franciscana de la que Santa Clara "fue su más preciosa flor" tuvo mucho que ver, y también el nombre con el que inicialmente fue bautizada la carabela: Santa Clara. Luego conocida popular y universalmente como La Niña, por ser propiedad de los hermanos Niño: Juan, Pedro y Francisco y que en 1488 ya como Carabela Niña fue consagrada a Santa Clara. 



 

Y como colofón, a la vuelta de su primer viaje, esta carabela Niña fue sorprendida por una enorme tempestad a la altura de Las Azores, los marineros se encomendaron a la Santa, que ya viajaba con ellos y le prometieron un voto si evitaba el naufragio, el voto colombino (la promesa de peregrinar en romería a cuatro templos cristianos) que todavía hoy, se mantiene vigente. Cuando" la Niña" quedó inservible, Colón se reservó como recuerdo la imagen que tanto lo protegió en su devenir oceánico. Es por tanto lógico que, al trasladarse a tierras de Castilla en 1504, en sus últimos años de vida, llevara consigo esta talla, y que, antes de morir en Valladolid, se lo confiara a quienes mejor lo podían cuidar, "las benditas hijas de Santa Clara de Asís".






San Francisco y Santa Clara consideraron el trabajo como un don de Dios y lo llamaron “gracia”. Basándose en esta regla la madre María Luisa  lo ha hecho y ha dejado para los libros de historia otro hallazgo que ya formará parte de uno de los acontecimientos más importantes de la historia del hombre… 
Y en el deseo de amar sin reservas a Aquél que se les ha dado totalmente por amor, es por lo que estas valientes aún permanecen tras los muros. 
Gracias Sor Maria Luisa



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