Esta noche es noche de magia. Todos sabemos que la celebración del solsticio de verano, es tan antigua como la misma humanidad.
En un principio se creía que el sol no volvería a su esplendor total, pues después de esta fecha, los días era cada vez más cortos. Por esta razón, fogatas y ritos de fuego de toda clase se iniciaban en la noche más corta, para simbolizar el poder del sol y ayudarle a renovar su energía.
A menudo se bailaba y saltaba alrededor del fuego para purificarse y protegerse de influencias demoníacas y así, asegurar el renacimiento del sol. Un acto simbólico cuya finalidad era la de que “no perdiera fuerzas”.
En su conciencia interna los pueblos sabían que el fuego destruía todo... lo malo y lo dañino, por eso el hombre, posteriormente, siguió destruyendo los hechizos con fuego.
Pero...¿por qué es de San Juan? La tradición religiosa dice que el padre de Juan el Bautista, Zacarías, había perdido su voz por no creerse de que su mujer Isabel estaba en cinta. Pero en el momento de nacer Juan, éste la recuperó milagrosamente. Entonces, lleno de alegría encendió hogueras para anunciar a parientes y amigos la noticia.De ahí la asociación del fuego a San Juan. Cuando siglos después se cristianizó esta fiesta, fue fácil fijar la solemnidad del Bautista en el octavo mes de las candelas de junio,justo seis meses antes del nacimiento de Cristo es decir, de hoy en seis meses - el 24 de diciembre - estaremos celebrando el nacimiento de Jesús. Por ello la noche del 23 al 24 de junio, se convirtió en una noche santa y sagrada, sin abandonar su aura mágica
Pero para quien no lo sepa, paralelamente a esta simbología de alabanza al fuego había otra de purificación que otorgaba el agua y esta era el “Enrame de las fuentes”. En la noche de San Juan era costumbre en muchos pueblos, acercarse a limpiar las fuentes. En la tarde noche se adornaban las fuentes con flores y se cantaban canciones. Y antes que saliese el sol se competía para que la primera persona que lograra beber o recoger la llamada “flor del agua” consiguiese los poderes mágicos que se le atribuían salvaguardando al hombre de enfermedades o inconvenientes.
En Fresneda de Rudagüera se ha recuperado esta costumbre que, como otras tantas, se pierde en la noche de los tiempos.
¡Felicidades Juan!
