22 febrero 2016

Una abuela de verano

Desde la atalaya de la casa de la andaluza de Caceo, se domina todo el Valle de Iguña. Cuantas veces lo vigilé allí sentado. Ya quisieran mucho ricachones tener una casa con las vistas que ésta tiene. 
Hace muchos años, cuando los estíos eran mas largos y los inviernos tan pesados, yo adopté una abuela. Fué una abuela de verano y yo para ella, un hijo mas o eso me parecía. Y mira que tenía unos cuantos...pero a ella y sin que nunca me dijera nada,  parecía no importarle. Sus hijos como mis hermanos y a la vez mis amigos. Y ellos... mis abuelos. Otra familia paralela.... 
Con Antonio se me pasaba el tiempo volando escuchando sus historias  con su paciente manera de contarte sus cosas y con su cariñoso y habitual... ¡me cagüen en la puñetera tos! Ella y ese genio, que no era para tanto, fruto de mucho trabajo en una madre al cuidado de tantos hijos. Otro ejemplo de la mujer rural,  pobre de lujos y rica de esfuerzos. Francisca mantuvo siempre su puerta abierta para mí y los mios. Día si y día también, siempre que acudía a su casa, no faltaba una invitación mientras comían y tampoco si era la cena. Cobijo tampoco,  fuera o no para ver o quedar con sus hijos como para hablar con ellos, sobre todo con él,  mas dispuesto para la charla en su garaje. En ese Caceo de mi vida labré una marca y ahora que empieza a borrarse, porque ya casi no quedan "las pruebas" que lo confirmen, nos llegan los aires de la nostalgia...recuerdos de tantas veces subiendo con el alba desde mi Arca y bajando en la madrugada con la linterna de la luna. Y así sin quererlo, fue como la adpoté....
Después los años marcaban evidencias de nuevos cambios y otras cosas que como siempre el tiempo nos factura irremediablemente y hace que la vida se mueva y no pare. Mas tarde las dolencias  la llevaron al olvido de quién es quién... y me quise quedar con lo que fué.
Ahora Antonio reclama lo suyo, mucho tiempo separados, no se podía mantener.  
Y como siempre digo, en una vida tan difícil hay muchas cosas que contar,  pero eso se lo dejo a los suyos y a su intimidad. Un beso la envio a quien mi infancia también cuidó en aquellos felices días del estío.

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