El
expresidente de Uruguay José Múgica, dijo una vez ante la ONU:
"...Allá dónde se reparten los recursos y se toman las decisiones, los ciudadanos no entramos ni para servir el café...."
Y según dijo Norberto Bobbio (jurista, filólogo y politólogo italiano) :“...un Estado tiene mayor o menor democracia según sea la extensión del poder visible respecto del invisible”. Deberíamos escucharlos más a menudo.
Dicho esto, creo que las administraciones públicas deben ser y aparecer como verdaderas casas de cristal. Deben dejar de ser fortalezas inexpugnables mudas y herméticas y transformarse en organizaciones que abran canales fluidos de comunicación e información con los administrados. Ya no digo nada, si además, esa casa es tan pequeña como lo que hay en mi barrio.
Hace unos días un vecino me envió una carta y me dijo que ya no podía más. Que se sentía ninguneado, frustado y atrapado en la tela de araña de una administración taciturna. En una causa donde las normas parecen alterarse al libre albedrío en función de unos intereses un tanto dudosos, exhibiendo grandes dotes de prepotencia y justificándose con el manido interés por el bien común. Le pedí que me hiciese una exposición de los hechos, pero que lo avalara con documentos oficiales. Así lo hizo.Y éste es un resumen que tan solo desea enviar un pequeño mensaje... con algún tinte mas o menos reivindicativo. Sin entrar en detalles técnicos. Eso queda para los juristas
"...Allá dónde se reparten los recursos y se toman las decisiones, los ciudadanos no entramos ni para servir el café...."
Y según dijo Norberto Bobbio (jurista, filólogo y politólogo italiano) :“...un Estado tiene mayor o menor democracia según sea la extensión del poder visible respecto del invisible”. Deberíamos escucharlos más a menudo.
Dicho esto, creo que las administraciones públicas deben ser y aparecer como verdaderas casas de cristal. Deben dejar de ser fortalezas inexpugnables mudas y herméticas y transformarse en organizaciones que abran canales fluidos de comunicación e información con los administrados. Ya no digo nada, si además, esa casa es tan pequeña como lo que hay en mi barrio.
Hace unos días un vecino me envió una carta y me dijo que ya no podía más. Que se sentía ninguneado, frustado y atrapado en la tela de araña de una administración taciturna. En una causa donde las normas parecen alterarse al libre albedrío en función de unos intereses un tanto dudosos, exhibiendo grandes dotes de prepotencia y justificándose con el manido interés por el bien común. Le pedí que me hiciese una exposición de los hechos, pero que lo avalara con documentos oficiales. Así lo hizo.Y éste es un resumen que tan solo desea enviar un pequeño mensaje... con algún tinte mas o menos reivindicativo. Sin entrar en detalles técnicos. Eso queda para los juristas
Las
elecciones, éstas o las siguientes, deben hacernos pensar que los partidos
políticos y sus representantes no concurren
única y exclusivamente para ser votados. Están para mucho más que eso, entre otros, atender
al ciudadano, vecino, amigo o enemigo. A todos por igual en sus distintas
necesidades. Y por tanto, me reitero en lo dicho. Una administración no puede
ser hermética, secreta, opaca, compleja y mucho menos, caótica. Si se
establecen unas normas, deben ser escrupulosamente fieles a lo estipulado y
donde digo por ejemplo: "...se diseñaran siguiendo el viario o los
espacios libres públicos..." pues eso es lo que se debe hacer. Erradicar
el lenguaje retorcido y aplicar la transparencia como eje vital.
Evidentemente
la complejidad administrativa -¡bendita excusa para unos!- permite a las
administraciones buscar otras opciones que les sirvan en su propósito -¡nefasta maldición para el resto!-.Pero en cualquier caso, tampoco a la siguiente se la puede
retorcer con el mismo fin.
Creo
sinceramente que no habrá nunca una verdadera democracia sin transparencia y por
supuesto que al revés, tampoco. Por eso es muy importante reflexionar de que cuando
depositamos nuestra confianza, y ésta está siendo continuamente ultrajada, no
tiene ningún sentido continuar. Los sueños son
perpetuamente desvelados, los deseos provisionales y los anhelos inalcanzables,
eso es lo que nos deja una malentendida administración democrática. Es un hecho
que existe una lucha entre la luz y la oscuridad, entre lo visible y lo
invisible, pero no podemos permitir que continúe sin más. Tenemos la importante
misión de mantener las velas encendidas, y por supuesto...¡qué nadie las toque!