Las témporas, en la Iglesia católica, son los breves ciclos litúrgicos, correspondientes al final e inicio de las cuatro estaciones del año, consagrados especialmente a la plegaria y a la penitencia. En su origen, el objeto de las témporas era dedicar un tiempo a dar gracias a Dios por los beneficios recibidos de la tierra y a pedirle su bendición sobre las siembras para que produjeran cosechas abundantes. A semejanza de las fiestas agrícolas paganas, aunque las témporas
no correspondían a una semana determinada dentro del ciclo litúrgico; se
celebraban independientemente, conforme al curso natural de las
cosechas y de las siembras, más o menos variable en cada región. Con la
difusión del rito romano, las témporas se propagaron por toda la
liturgia de Occidente; los ritos orientales las desconocen. Las más
antiguas témporas son las de septiembre, diciembre y las que se llamaban
del cuarto mes y después témporas de Pentecostés por celebrarse durante
la octava de esa festividad.
Desde el punto de vista científico, las témporas carecen por completo de
sentido a la hora de obtener predicciones sobre el tiempo
meteorológico. No obstante, la predicción del tiempo es una tradición
que ha perdurado durante siglos sobre todo en el norte de España y que a
pesar de que los días de témporas son los mismos en todas partes, la
interpretación que se hace difiere mucho de un lugar a otro. Los dos
métodos más habituales para la predicción meteorológica previo cálculo
de las témporas, son: Las que se basan en el viento y las que se basan en la observación independiente de cada día de témporas.
Para ello primero calculamos cuando se inician:
Témporas de Primavera (o Primeras): Son el miércoles, viernes y sábado de la segunda semana de Cuaresma.
Témporas de Verano (o Segundas): Son el miércoles, viernes y sábado de la primera semana después de Pentecostés
Témporas de Otoño (o Terceras): Son el miércoles, viernes y sábado
siguientes al 14 de septiembre, día de la Exaltación de la Santa Cruz.
Si este día cae en miércoles, entonces las témporas serán el miércoles,
viernes y sábado de la semana siguiente.
Témporas de Invierno (o Cuartas): Son el miércoles, viernes y sábado
siguientes al 13 de diciembre, día de Santa Lucía. Si este día cae en
miércoles, entonces las témporas serán el miércoles, viernes y sábado de
la semana siguiente.
Una vez fijadas en el calendario aplicamos los dos métodos:
- La que se basa en el viento: La estación siguiente a las témporas tendrá como viento predominante
aquél que haya sido el predominante durante sus témporas (hay quien
observa únicamente la dirección del viento a las 00.00 horas de cada día
de témporas). Dependiendo del efecto que el viento predominante tenga
en cada zona, ese será el tiempo que hará durante la estación, de manera
general. Por ejemplo, ahora que se acercan las témporas de invierno observamos que el viento predominante
es del norte. Si en donde nosotros vivimos el viento del norte trae
habitualmente aire fresco y cielos cubiertos, podremos pensar que predomine un
invierno frío y lluvioso.
- La que se basa en la observación independiente de cada día de témporas: Según
este sistema, observaremos el tiempo que hace en cada día de témporas.
Cada mes de la estación siguiente tendrá el mismo tiempo que cada uno de
los días de témporas respectivos. Por ejemplo: Durante las témporas de
Verano observamos que el miércoles llueve y hay viento sur cálido, el
viernes deja de llover y continúa el viento sur, y el sábado sube mucho
la temperatura y el cielo está despejado. Con esto, el primer mes del
verano será, en términos generales, húmedo y cálido(como lo fue el
miércoles de sus témporas). El segundo mes descenderá la humedad y
continuarán las temperaturas cálidas, como el viernes de sus témporas.
El tercer mes del verano será muy seco y caluroso, como lo fue el sábado
de sus témporas.
Aunque las témporas tienen valor como tradición y son parte de nuestro
patrimonio cultural, no existe ninguna evidencia que sustente el uso de
las témporas como un sistema de predicción fiable.
Y por tanto no debemos olvidar que la meteorología es una ciencia y las témporas, una superstición.
Periódicos de Cantabria
30 noviembre 2012
05 noviembre 2012
LA ESTACION DE MOLLEDO
Que decir, qué pensar y sobre todo qué cantar a la
virulencia del ferrocarril. Donde los trenes ya no tienen ni poca ni mucha
velocidad, simplemente pasan pero casi no
paran. La furia de aquellos viejos vagones dejaron de ser importantes para trasladarse desde Molledo hasta Portolin
y sus propietarios olvidaron la importancia que tiene el patrimonio civil de
una de aquellas viejas y famosas estaciones
de la solitaria Cantabria. La tonada más bonita no solo dejo para siempre a ese
amante… esperando en esta estación. También la novela del camino y luego la
serie que Josefina Molina hizo para versionar la galardonada novela de Miguel
Delibes validaron aquella terminal, que ha sido referente tanto para sus habitantes como para los foráneos que todos los años se acercaban a este valle
por muchos y variados motivos. Desde que se pusiera en marcha allá por principios
del siglo XX- sino antes- han sido muchas las personas que han necesitado de su
existencia para refugio, espero y desespero de un medio de transporte que llegó
a ser de vital importancia para la subsistencia de las gentes que habitaban
estos pueblos. Hasta tres raíles llegó a
tener.
Uno con vía muerta para cambio e intercambio de vagones. Por aquí desfilaban las mercancías de quesos y cosas que las fábricas locales proporcionaban a la región y que más allá ofrecían. También los trabajadores que a otros pueblos dirigían su futuro se hospedaban, día si y otro también, al abrigo de su vieja amiga. ¡Y esos amantes que aquella eterna tonada dejaba en la estación esperando su destino...!
Uno con vía muerta para cambio e intercambio de vagones. Por aquí desfilaban las mercancías de quesos y cosas que las fábricas locales proporcionaban a la región y que más allá ofrecían. También los trabajadores que a otros pueblos dirigían su futuro se hospedaban, día si y otro también, al abrigo de su vieja amiga. ¡Y esos amantes que aquella eterna tonada dejaba en la estación esperando su destino...!
Veterana de una escuela de estaciones llegó a contar con los mejores y más importantes avances tecnológicos que en aquellos momentos existían. Control de vías y jefes de estación. Sin parangón en materia a la que me refiero, pero que hoy tristemente la crisis, la ineficacia política y la falta de un mecenas, nos van a llevar al desastre si alguien no lo remedia. Hora y media nos separan de Molledo a Portolin. Tiempo tan largo para tan corto recorrido. Aquello parecía mucho verdad, pues a mí me parece que no.
Mayor es
la distancia que separa lo posible de lo imposible; la velocidad nos mueve rápidamente, pero nos olvida con la misma insensatez con la
que nos adelanta y es precisamente por
eso mismo, por lo que nos volvemos más irreflexivos, insensatos e imprudentes,
alocados, impetuosos y descuidados con
respecto a lo que más cerca nos queda. Quizás esta crisis sirva para que
recuperemos el sentido común, aunque sea… a bofetadas. Por eso la estación de
Molledo no debería quedar desatendida. Aplicar
la sagacidad lógica de aquellos que tienen el arte de controlar nuestros
destinos, seguramente puedan elevar de sus cimientos lo que hoy, lentamente… desciende
hasta el tártaro.
¡Qué comience la atención…a lo
que va siendo un reclamo!... para que
nadie pueda decir que la tonada más bonita… ya no se canta aquí.
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